Como cristales rotos.

No hay nada mas fácil a que todo salga mal. Te levantas una día y tienes todo planeado. Como sera esa mañana, con quien estarás en tus recreos, con quien te sentaras en clase. Planeas que harás después de comer, y esa misma tarde, y planeas con quien estarás  Planificas hasta el pantalón que te vas a poner. Hasta los calcetines. Y cuando estas dispuesta a empezar tu día planificado hasta el mas mínimo detalle, todo empieza a salir mal. Tu compañero no aparece, el pantalón que querías ponerte esta sucio, esa tarde te ponen un montón de deberes... y ya nada sale según lo planeado. Tus esquemas se rompen. Se resquebrajan. Y tienes que planificar sobre la marcha. Y entre plan y plan, vas dejando huecos en blanco. Huecos que no deberían de estar ahí  Porque debería estar hasta el mas mínimo segundo planificado. Pero no. Entonces te pones a pensar. Le das mil vueltas a las cosas y después otras diez mil mas. Te das cuenta de que todo-esta-mal. Odias esos huecos en tu día a día porque te dejan tiempo para replantearte cosas. Para dudar. Hacer y deshacer. Empezar otra vez. Y quieres evitar pensar. Dudar y tener que empezar de nuevo. Pero ya no te sirven tus planes, no te sirven porque la vida no hace caso de lo que tu planeas, ella tiene otras cosas para darte, otros obsta culos que poner en tu camino y otras maneras para derribarte. Y el día en que tus planes no te sirven porque todo esta del revés y debes improvisar nada funciona, porque estas

PERDIDA.