lunes, 18 de febrero de 2013

No eches las culpas a las horas.

Y de repente CAES. Cuando pensabas que mas sólida estaba la tierra bajo tus pies, te caes. Pasas de estar en medio de tierra firme, a estar al borde de un precipicio. Y entonces te ves cayendo. Y no es porque tu has saltado, sino porque la vida te ha empujado. En el mismo momento en el que parece que todo estaba bien, te das cuenta de que TODO-ESTA-MAL. Y ya no puedes hacer nada para cambiarlo. Tan solo mantenerte a flote. Intentar vivir. Pero no siempre se puede. No siempre funciona luchar. Y sigues cayéndote. Y parece que el fondo no llega nunca, porque cuanto mas cerca parece estar el suelo, antes llega OTRA CATÁSTROFE. Así somos las personas. Nos mentimos cada día y nos engañamos, solo vemos lo que queremos ver, lo que nos sirve, lo que necesitamos, mientras todo se esta derrumbando, y cuando nos queremos dar cuenta ya es demasiado tarde porque todo esta por el suelo. Y no podemos recomponerlo todo. Siempre hay PERDIDAS. Siempre pasan cosas que no deberían de pasar. Y a las que no puedes encontrar solución  No siempre se puede luchar. No siempre, se puede vivir. NI SOBREVIVIR. Porque las cosas no siempre salen bien. No siempre puedes levantarte y seguir caminando. A veces hay que quedarse quieta en el suelo. Sentada. LLORANDO. Dejando que todo lo malo salga fuera de ti. Pero a veces tampoco es suficiente. A veces solo consuelan las ganas de terminar.

¿ Y si este es el final de todo? 

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