lunes, 29 de julio de 2013

Aprendí que hacer el amor cansa muchísimo mas que follar.

Le escribo al papel porque ya no tengo a quien contarle nada. Y tampoco se si quiero, porque se me han atragantado las cosas de ver tanta gente falsa y falta de sueños pero sobrada de escusas y pretextos. Al final creo que no es cierto eso de que el tiempo lo cura todo, porque no cura una puta mierda. Todavía tengo enquistadas entre costilla y costilla, las ganas de que alguien quiera quedarse conmigo, para luchar o morir. O enamorarse. Y esas no se me van ni a ostias. Se me han agotado las esperanzas y las ganas de salir corriendo, ya no se si es porque no creo en las hadas o porque un día baile con ellas. Y eso, que ya no sé a donde tirar. Que yo, muy echa de mi y mi orgullo, siempre he sido de esas que aprenden a nadar cuando ya están lo suficientemente hundidas como para no ver la superficie. Y me perdí en doscientas botellas y quinientas noches. Al final la culpa es mía, me deje llenar la cabeza de te quiero que sabia que no traerían nada excepto sabanas manchadas de lágrimas negras. Creo que hay dos tipos de personas en el mundo, o bien naces simple o bien naces como yo, y a las que son como yo nos ha tocado mas follar que ser folladas. Que voy a contar, si a las malas todo se aprende. Pero que se yo, ojala algún día, mas pronto que nunca, alguien me enseñe que enamorarse no es una forma de morir, y me da que no. Me da que esta vez tengo razón, y con ello todas las de perder, y que sabré yo, que a mis 17 me ha tocado madurar a base de decepciones y de ostias contra el suelo y que por mucho que me dijeron que en los extremos se sufre, siempre he llevado las cosas al limite. Que me saque los cristales clavados a base de darme de ostias contra cualquiera. Y para que voy a hablar de errores si ya los he cometido todos. Me harte hasta la saciedad de querer porque siempre se me dio mejor odiar. Que puto fue el orgullo, y que puto el universo que redujo nuestro infinito a un minuto y treinta y un segundos contados en un reloj que se quedo sin pilas. Que poco lista fui, que quise ser indestructible cuando ya estaba destruida. Pero al menos fue real y eso lo se porque dolió, y porque me empeñe en querer sentirlo todo cuando se me quedo estancado el odio en donde se supone que debía de estar un corazón. Al final me he dado cuenta de que la crueldad se hizo para la gente como yo, que escupir siempre sienta mejor aunque te acabes salpicando y que es mejor odiar los viernes para saciar las penas los sábados, que querer los lunes. Puta inestabilidad, que me llevó a lo mas alto y me tiro a lo mas hondo, y yo que le hice rampa. Y que esta vez, me da que no hay perdón, ni en el amor, ni en los errores, y que a ver si encuentro una manera de salvarme menos dolorosa que el amor antes de quedarme sin botellas.


Pero eh, no te rayes, porque sigo esperando que me rompan los esquemas por muy bien construidos que los tenga.

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